UN TIBURÓN FINANCIERO
Fue una noticia sorprendente, porque nadie esperaba tan dramático desenlace. El fallecimiento de Emilio Botín, presidente del grupo Santander, ha conmocionado a todo el espectro financiero, político, empresarial y social de España y de buena parte del planeta.
Con 79 años parecía pleno de vitalidad y energía, pero un fulminante infarto lo ha colocado como al resto de los mortales. No se puede negar su brutal influencia no solo en el mundo de la banca, sino de la política y la sociedad en general.
Heredero de un banco de provincias o regional, lo convirtió con el paso de los años y de una magnífica gestión empresarial en un referente mundial. Pionero de acciones financieras que lograron hacer saltar a la banca hispana de un cortijo de señoritos a convertirse en unos negocios rentables y serios, con amplia repercusión nacional e internacional. Ejemplo de tiburón financiero con gran responsabilidad social, Botín cambió las reglas del juego para hacerlo ganador y que sirviera de espejo a otras actividades. Probablemente cometiera errores, como ser humano, pero deja una herencia envidiable en todos los aspectos. Algunos decían estos últimos años que era el verdadero poder en la sombra de España y que nada se hacía, en temas financieros, sin que diera su opinión o visto bueno. Puede ser verdad o no, pero no se niega su enorme influencia y sus declaraciones eran seguidas con lupa por los que mandan. Desde luego su figura quedará como la de un gigante con gran visión y valentía en sus decisiones. Guste o no, un ejemplo a seguir para todo aquel que piense en como dirigir un negocio. En la presente crisis, su banco supo nadar y guardar la ropa, como resultado de la precisión de su Presidente en años anteriores.
Ahora ese legado queda en manos de su hija, Ana Patricia, mujer preparada desde su más tierna infancia para este reto y que conoce perfectamente este mundo, con una gran reputación ganada en diversas responsabilidades dentro del grupo. Ha tenido al mejor maestro.
Descanse en paz.
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