SCOTLAND FOREVER
Ha estado Europa, y sus dirigentes principalmente, con la mano en el papel higiénico a cuenta del referéndum de los escoceses que pretendían separarse de Reino Unido y ser un país independiente. La cosa fue una ocurrencia del primer inglés, David Cameron , que un buen día dijo que dejaba a los escoses decidir su destino. Lo que al principio parecía un tazita de té muy british para relajarse se convirtió, con el tiempo, en un terremoto que amenazaba con abrir la caja de Pandora europea. La inteligente acción de los independentistas liderados por Salmond y la penosa reacción miope de Cameron ha estado a punto de montar un guirigay de no te menees. Al final han sido once puntos de ventaja del no, pero el susto no lo quita nadie. Solo cuando el mundo financiero tomó cartas en el asunto con un apoyo decidido al "no" y una serie de sutiles advertencias de lo que podría ocurrir si salía el "sí", se aclaró el panorama. Pero aquí se han quedado retales que ya veremos como se cosen.
Es históricamente innegable que la filia que se tienen escoceses e ingleses ha sido fuente de conflicto permanente (Braveheart - Wallace) y que durante siglos Escocia fue independiente y que sólo desde hace 300 años están unidos, a golpe militar. Pero también es cierto que la Guardia Real es escocesa, que los gaiteros también lo son y que el mejor James Bond (Sean Conery, independentista de pro) trabaja al servicio de Su Majestad. Una duda que queda es que hubiera votado el monstruo de lago Ness si le hubieran preguntado. ¡Hombre no toquen ciertas cosas, que las carga el diablo!
Pero lo que más ha llamado la atención ha sido la forma, típicamente escocesa, de celebrar el resultado. En los pub,con una jarra de cerveza o copa de whisky escocés en la mano, sin algaradas, sin revanchismos, unos lloraban y otros reían, pero nada de despreciar y humillar al derrotado. Una lección para otros lugares (España) de cómo se deben hacer, libremente, las cosas. ¡Ay, lo que tenemos que aprender!
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