jueves, 5 de septiembre de 2013

SPANISH IS DIFFERENT


Esta es una frase muy recurrida en el todo el mundo, incluso nosotros mismos la pronunciamos muy a menudo. Y, en el fondo, es una gran verdad. No significa que seamos mejores o peores, es que somos así. Vamos a poner un ejemplo: los horarios de fútbol. El despiporre de los horarios de fútbol. Porque no hay otra forma de llamarlo. Para sobrevivir, los clubs están agarrados por las pelotas de los derechos televisivos, cuya repartición es de llorar, porque los dos peces gordos (Real Madrid y Barça) se llevan el mogollo y los demás las sobras. A los luminarias de la tele y de la LFP se les ha ocurrido que la mejor manera de intentar sacar tajada es poniendo un horario de partidos que empiecen el viernes y acaben el lunes, alguno de los cuales se celebra a las once de la noche, que como todos sabemos es un horario muy futbolístico. A esto hay que añadir, cuando empiece la Champions, los martes, miércoles y jueves. Esto en mi pueblo es un claro  intento de agilipollar (más) al personal. Siempre hemos criticado las épocas pasadas de pan, toros y fútbol, y ahora volvemos a lo mismo. Que la gente esté pendiente de otras cosas, porque si piensa en lo que está cayendo se puede armar una gorda. Llamamos bárbaros a los romanos por su pan y circo, ¿cómo debemos llamarnos nosotros?  Es decir que un niño o los  mayores  que madrugan se pueden acostar tranquilamente a las 2 de la madrugada viendo jugar a su equipo y al día siguiente rendir como una rosa. ¡Venga ya!
Lo más curioso del tema es que nadie ha montado un follón por esto, se ve normal. No he escuchado a ningún cantamañanas periodista protestar por este desaguisado, total viven de la soba boba no sea que se les acabe el chollo. ¿Qué decir de los "aficionados"? Todos declaran un gran amor a sus colores, hacen de tripas corazón y a tragar, porque ¿qué sería de la vida sin fútbol? Claro que si nadie sale a la calle a protestar por los continuos ataques que sufrimos en forma de impuestos, rebaja de pensiones, de sueldos, de derechos laborales, de que nos estamos empobreciendo a pasos agigantados, cómo vamos a renunciar a una de las pocas alegrías que nos quedan.  Ellos son los principales culpables, si un día un campo estuviera vacío a las 11 de la noche puede que las cosas cambiaran. Además como los que juegan son "pobretones", que ganan el salario mínimo y  están preocupados por su futuro, les tratamos como dioses. El fichaje de Bale por el Real Madrid pasa de los 100 millones de euros y el de Neymar por ahí se le acerca, sea lo que sea es una auténtica inmoralidad, que roza lo criminal, tal y como está la auténtica situación del país. Pero, hagan lo que hagan, la burbuja futbolística va explotar y veremos entonces que pasa. 
Luego no quejamos de que en Europa nos saquen cantares.
No tenemos remedio.

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