OTRO EJEMPLO A SEGUIR
Después de tirarnos casi toda nuestra historia sin tocar bola en éxitos deportivos, llevamos unos años que no hay quién nos pare. Los últimos en apuntarse al carro han sido los de la selección de balonmano, que se han proclamado, por segunda vez, CAMPEONES DEL MUNDO. Durante unos cuantos días han logrado lo que es muy complicado, que el fútbol no sea lo más oído en las tertulias patrias y que un deporte, importante pero minoritario, fuera lo más comentado. Había una cierta sensación de que se podía lograr, se jugaba en casa, el equipo era joven, pero experto, no parecía tener puntos débiles reseñables, los anteriores "chascos" habían sido un aprendizaje muy importante y se pensaba que se estaba ante una oportunidad única. Tras unos comienzos algo titubeantes, a partir de los cruces los chicos se soltaron el pelo y empezaron a pasar rivales con cierta holgura para llegar al éxtasis en la final contra Dinamarca. Y es que no fue una final, fue una masacre deportiva en toda regla, los HISPANOS dieron un repaso de muy señor mío a los temibles VIKINGOS, que no se enteraron de la fiesta y que, por momentos, tenía unas ganas enormes de irse a casa y olvidar la pesadilla en que se convirtió para ellos el partido. Vamos, que les serraron los cuernos vikingos con precisión quirúrgica y sin anestesia. Y claro ahora vienen los sesudos comentarios del personal, con o sin conocimiento de este deporte: la importancia del trabajo en equipo, la ausencia de egoísmos personales para buscar el éxito colectivo, una dirección desde el banquillo impecable y sabiendo explotar al máximo las virtudes de cada jugador en beneficio del conjunto, el autoconvencimiento de que el rival que está enfrente no es superior y que los partidos hay que jugarlos, confianza absoluta en las propias fuerzas y en las del compañero y lo más importante, una materia prima de primera calidad, sin la cual es imposible hacer milagros.
Pero es una demostración más de que juntos podemos, de que todos somos necesarios, de que juntos sumamos y no restamos, de que todos nos necesitamos, de que nadie solo puede llegar muy lejos y necesita el auxilio y la cooperación del resto. Si fuésemos capaces de llevar estas virtudes a otros lugares de nuestro país es claro que las cosas pintarían de otra manera. Además el equipo es un ejemplo de lo que está ocurriendo en nuestra sociedad, algunos de ellos militan en equipos foráneos, porque aquí entre crisis y otras cuitas han tenido que buscarse las castañas en otros lugares y están suficientemente preparados para ello. La ventaja es que cuando la selección les requiere se juntan y arman una gorda, desgraciadamente no ocurre lo mismo con esa parte de nuestra juventud que se marcha y no puede devolver a su país lo aprendido.
Para terminar y como algo que empieza a ser habitual, la celebración con sus seres más queridos, representados mayoritariamente por los niños y niñas con quienes disfrutaron de los primeros momentos del éxito en el vestuario. La selección de fútbol lo inició y las demás van a seguir la estela. Un ejemplo de que son tipos normales, fuera del foco periodístico y no se olvidan de aquellos con quién viven éxitos y fracasos. El capitán Entrerríos lo definió en la entrevista al agradecer a su esposa, en público el triunfo, por los malos momentos que los familiares pasan y lo mal que llevan las ausencias de las concentraciones.
El deporte une y saca, en ocasiones, lo mejor del ser humano. El Palau San Jordi, en Barcelona, tarareó el himno español sin ningún rubor y nadie se acordó de otras "cosillas". O sea que no es difícil lograrlo.
ENHORABUENA A LOS HISPANOS Y QUE SIGA LA RACHA...