jueves, 26 de marzo de 2015

LA VIDA SIGUE IGUAL

Se han celebrado el domingo pasado las elecciones autonómicas andaluzas que se esperaban como un termómetro de la situación político-social nacional. Se vaticinaba un retroceso de los llamados partidos clásicos (PP y PSOE), con una fuerte irrupción de los novatos (Podemos, C's)que amenazan a los anteriores. Además, en una comunidad donde todos los días nos desayunamos con las noticias de corrupción del tema ERE, también se hablaba que esto sufriría una castigo electoral. Como telón de fondo estaba la lucha soterrada dentro del PSOE entre Pedro Sánchez y Susana Díaz. Pues todo en una cocktelera y ¡¡¡plaff!! ha salido: lo mismo. Los andaluces han hecho una peineta a las encuestas y han votado sencillamente lo que les ha dado la real gana. Algunos sesudos analistas hablan que se ha producido un cambio, debe ser muy camuflado porque yo no lo veo. Dos partidos naciones como PP y PSOE, que están hasta las orejas de corrupción han sacado 80 escaños de 109 posibles, con mención especial para el PSOE que repite resultados, el PP se ha llevado un buen batacazo, pero sigue siendo la segunda fuerza. Podemos, a quién las encuestas pusieron el caramelo en la boca, al final sólo 15 escaños, que no cubre sus enormes expectativas y para saberlo ver los caretos de sus dirigentes la noche del recuento. Ellos esperaban mucho más. Los que sí están contentos son los de C's, que prácticamente de la nada han sacado 9 escaños, que valen su peso en oro, si saben jugar esta partida. IU queda como el pagano del follón y se queda con 5 escasos diputados, con UPyD aniquilada sin emisión. 
Este bloguero, en mi modesta opinión, cree que no es para tanto. ¿Qué hay que pactar? Es posible. ¿Que sea factible? Ya veremos. Porque a unos y otros este asunto provoca sarpullidos, ya que dependiendo de la decisión que tomen quedan retratados y nadie se arriesga con lo que queda electoralmente para este año.
Ni el PSOE puede sacar tanto pecho como está sacando, ni el PP enrocarse como lo está haciendo y los nuevos deben andarse con pies de plomo para no cagarla. Pero lo que ha quedado claro es que la tan cacareada corrupción, a la hora de la verdad, cuenta muy poco en el momento de meter la papeleta en una urna, cuentan otros intangibles que interesan más a la sociedad. ¡Es que, por lo menos los andaluces, son un poco raros! ¿O, no será que la corrupción está tan enquistada en la sociedad española, que hasta cierto punto lo consideramos casi normal? Lo cual sería terrible.
Porque, de verdad, ¿los andaluces han cambiado para bien después de las elecciones? ¿Verdaderamente, se han tratado sus auténticos problemas en la campaña? Más bien, no. En una campaña a medio camino entre infantil y quijotesca, han quedado demostrado, al menos para este blog, que los españoles estamos aún muy  lejos de una madurez política y seguimos con estereotipos que no hay manera de estirpar. Y que el nivel de mediocridad de nuestros y nuestras representantes políticos no hay forma humana de solucionar.  

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