DEMOCRACIA A LA CARTA
Que el triunfo de Donald Trump está levantando sarpullidos en todas la regiones del planeta no es nada nuevo. Lo que verdaderamente extraña es lo que ocurre en los propios EE.UU. En el país de la democracia por excelencia, de donde se han copiado y se copian, con más o menos acierto, sus sistemas, sus valores o sus ideas markentinianas, resulta que es un lugar abonado para no aceptar una de las máximas de la democracia, el pueblo que vota nunca se equivoca. No habían pasado 24 horas del triunfo de Trump cuando en las principales ciudades norteamericanas se realizaban manifestaciones anti-Trump, con el logo: "No es mi presidente", y algunas de ellas acabaron violentamente. La polarización de la sociedad americana lleva a estos peligrosos puntos. El primer artículo de la democracia consiste en saber cuando se gana y cuando se pierde, y aceptar aunque sea tragando sapos y culebras, el inapelable resultado de las urnas. Aunque éstas coloquen en la cúspide a un personaje muy, muy peligroso; hay 60 millones de votantes que dicen que le quieren. A ver sis ahora va a resultar que soy demócrata si sale lo que a mí gusta y si no es así, me rebelo y quiero echar abajo todo. Lo primero que habría que analizar es porqué se ha llegado a esta situación y luego ver la forma de revertirlo, reconocer la victoria del rival (tremendo fallo de Hillary Clinton dejando este muerto a su jefe de campaña y no dar la cara ella) y trabajar para que la próxima oportunidad sea la buena. La democracia es un sistema con lagunas, pero mientras no se demuestre lo contrario es el mejor (o el menos malo) de los sistemas conocidos. Los norteamericanos que siempre presumen de libertad y respeto, que buscan imponer el sistema democrático en muchos países, de una u otra forma, no pueden ahora caer en la tentación del pánico y llevar su indignación por esos derroteros. Les guste o no, Donald Trump es presidente de USA y punto. Ahora lo que tienen que hacer es vigilarlo, controlarlo (tienen cauces para ello más que de sobra) y demostrar que como pueblo están por encima de él. Como ocurre en el resto de los llamados países demócratas. Si quieren seguir considerándose la cuna de la libertad y seguir con el sueño americano, éste es un buen momento para demostrarlo.
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