martes, 6 de mayo de 2014

FIN DE CICLO



Estos dos tipos de la foto, con esa cara a medio camino entre agentes de CIA y filósofos de nuevo cuño, son como todo el mundo sabe dos prestigiosos entrenadores de fútbol, Guardiola y Mourinho, o al revés, porque monta tanto como tanto monta.
Durante los últimos años han tenido una batalla deportiva en la Liga española, claramente favorable al catalán y luego uno se fue al Chelsea y otro al Bayern Munich para seguir intentando mantener su nivel de éxitos. Forman una pareja cuanto menos curiosa, ofrecen dos conceptos deportivos totalmente diferentes, pero aunque parezca increíble, se necesitan como rivales.  Se autoalimentan mutuamente. Han llevado sus conceptos de juego a lo máximo posible, pero no evolucionan. Guardiola supo agarrarse a un jugador excepcional, Messi, unido al mejor grupo de "pequeños" de la historia futbolística hispana, Xavi, Iniesta,... para crear el llamado tiki-taka, que obnubiló las mentes de todos, nos maravilló y nos hizo creer que cualquiera podía hacerlo. Encima, la selección logró sus mayores éxitos con este sistema, que también se favorecía de una generación de jugadores irrepetibles que coincidieron en un momento y espacio temporal determinado. Su obsesión por la posesión del balón rayaba en lo patológico, pero su gran Barça y el actual Bayern son equipos muy flojos en el aspecto defensivo y ya los contrarios saben buscarle las cosquillas. Hay que sacar el balón controlado desde el área pequeña y llevarlo hasta empujarlo a la portería contraria, ¡prohibido el patadón!
Mourinho es un stojanovista del fútbol, su sistema por encima del jugador, correr hasta la extenuación, agobiar al contrario, no dejarle respirar, defender con 9 jugadores, aprovechar al máximo las oportunidades, convertir a jugadores mediocres en gladiadores de circo, sin miedo a nada, no hay término medio o se muere o se gana. Por supuesto, nunca tenía la culpa de las derrotas, eran los jugadores los que cometían errores puntuales. Para el portugués el balón era más un incordio que una herramienta de trabajo, si por el fuera, se debería sancionar a los que lo juegan mucho. Un jugador técnico, con ideas propias, con improvisación, es un ser sospechoso. 
Mourinho en el Madrid y Guardiola con el Barça, convirtieron la Liga española es un combate de boxeo donde los golpes bajos eran moneda corriente y donde ellos eran más importantes que sus jugadores o la propia Liga. Su ego era, es, inmenso. De un país ya dividido claramente entre blancos y culés, hicieron de su   rivalidad una auténtica cuestión de Estado. Sus nombres se oían en las peluquerías, en las carnicerías o en las fruterías como si fueran reyes de las telenovelas o de la prensa rosa. Hasta hubo sesudos trabajos filosóficos y empresariales  sobre sus métodos de trabajo o motivación.
Pero como todo en  vida, los ciclos no son eternos.
No se dieron cuenta de que el fútbol no es más que un juego y tú  como entrenador vales lo que valen tus jugadores. El Madrid de las 5 copas de Europa, la Brasil del 70, el Ajax o Bayern de los 80, el Liverpool de los 80-90, el Milan de los holandeses, la Quinta del Buitre, el Dream-Team; todos tuvieron su época de esplendor que se acabó cuando los años no perdonaron y   el paso inexorable del tiempo acaba con la frescura. ¿Quién se acuerda de la mayoría de sus entrenadores?  
Estos dos tipos creían que sobrevivirían a sus creaciones. Craso error. Han llegado a la cima y de ahí no se puede pasar, no tienen los mimbres que les llevaron a la gloria, el Chelsea y el Bayern actuales no tienen la mano de obra humana que les llevó al Olimpo. El Atlético de Simeone y el Madrid de Ancelloti les han barrido este año, sin apelación posible. Es ley del juego y de la vida, nada es eterno.
Su problema es que no quieren darse cuenta, creen que sus sistema superan a los años. Están equivocados, su tiempo de gloria continua ya pasó. Posiblemente lograrán nuevos éxitos, pero ya no será igual. No serán el referente. 

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