martes, 27 de noviembre de 2012

EL TIGRE DE CHAMBERÍ

UN GENIO DEL HUMOR


Salió en televisión con un impecable chaqué, puso una mesa y mantel blanco, sacó una manzana, un cuchillo y se puso a comérsela tranquilamente. Al acabar se marchó, dejando estupefacto a todo el personal. Al día siguiente los periódicos y televisiones de varios países echaban humo, no paraban de hablar sobre el "summun"del humor absurdo, de un tipo que podía compararse con los grandes: Bob Hope, Walter Mathau..., pero no era más que un castizo madrileño con un sublime talento para hacer reír. Se llamaba Ignacio Fernández Sánchez, pero para  el mundo era:  TONY LEBLANC. Ya prometía desde sus nacimiento, lo hizo en pleno Museo del Prado, junto a los tapices del genial Goya. Pasó por todas las profesiones que uno puede imaginar, fue boxeador, futbolista, pero sobre todo fue un GENIO DEL HUMOR. Compañero de quinta de tipos como José Luis Ozores, Manolo Gómez Bur, D. Pepe Isbert, Antonio Garisa, Juanito Navarro, gente que sorteaba la censura con un humor tan fino y tan hábil que permitía mostrar humorísticamente las penurias y miserias de un país en blanco y negro. Fue el galán cómico por excelencia, geniales sus películas junto a Concha Velasco, un rey en la revista, bien junto a Celia Gámez o a Nati Mistral, su interpretación de tonto que da el timo  de la estampita puede quedar en los anales del cine. Si llega a nacer en Idaho o Montana, no se hubiera ido de este mundo sin un Oscar debajo del brazo. 
Su vida no fue fácil ni mucho menos, afortunadamente este país le reconoció su valía en forma de premios y condecoraciones del mundo del cine, sus últimas apariciones en la serie Cuéntame o en la saga Torrente permitió que se diera a conocer a las nuevas generaciones. Ha aguantado 90 años de vida plena y sencilla, ahora el Cielo puede disfrutar en primera persona y en directo de su humor, de su picardía, que tengan cuidado los que allí viven, les puede pegar el timo del tocomocho o de la estampita, poner una cara de paleto que no se puede aguantar,  con una facilidad asombrosa y encima se reirán.
¡ QUÉ GRANDE TONY !

lunes, 26 de noviembre de 2012

LAS RISAS DE MI INFANCIA



Fueron una parte maravillosa de mi niñez y primeros años de adolescencia. Cuando nuestra mayor ilusión al salir del cole era jugar al fútbol, llegaron del otro lado del charco y cambiaron nuestro hábitos, ya no queríamos el balón, queríamos llegara casa, encender la tele, coger el pan y la tableta de chocolate y esperar la pregunta mágica: "¿cómo están ustedes?", seguida de un ruidoso grito de: "bieeeeennn...", para esperar de nuevo la pregunta con la misma respuesta, así hasta que LOS PAYASOS DE LA TELE comenzaban su programa que tenía hechizados a todos aquellos que hoy peinamos canas (con suerte) o estamos sin pelo (la mayoría).
Era un humor de payasos de niños, de risas sinceras, de trastadas como las que hacíamos en nuestras pandillas; embadurnar la cara, que se caiga agua al abrir una puerta, de hablar palabras ininteligibles, pero comprensibles, de enfollonar la cosa más simple; eramos niños...Y qué decir de sus canciones: la Gallina Turuleta, el cochecito, el inevitable Hola Don Pepito-Hola Don José, Susanita tiene un ratón, etc... canciones que hoy se saben todos nuestros hijos y que los mayores cantamos con la misma ilusión que hace 40 años. La familia Aragón hizo las delicias de una generación entera de niños y niñas españoles en blanco y negro, pero con miles de colores en su imaginación. Elevaron la profesión de PAYASO a las más altas cotas de la profesionalidad y la respetabilidad, con una sencillez admirable.
Desgraciadamente las risas se cortaron pronto, Fofó murió en 1976 y ya nada fue igual. Gaby, nos dejó a mediados de los 90 y estos últimos días ha fallecido Miliki; sólo Fofito aguanta con muchos problemas.
Una parte de nuestras risas infantiles se han ido con ellos, una parte de nuestra niñez se ha quedado huérfana, ya no estamos bien. El circo, tal y como era en su origen va muriendo, pero su legado, sus huellas de zapatones grandes y camisolas rojas seguirá con nosotros y nos emocionaremos cada vez que en las reposiciones veamos sus actuaciones. No es añoranza, es alegría por haber tenido la enorme suerte de disfrutar de su mágica y sincera sonrisa. Estoy seguro que allá, en el Cielo, estarán explicando como se aprende la tabla de multiplicar del nueve. Y seguro que Dios se echará sus buenas carcajadas con ellos.
¡HASTA SIEMPRE MIS PAYASOS!